El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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lunes, 20 de febrero de 2012

Hay que intentarlo

   Resumiendo mucho, hay al menos dos explicaciones recientes y opuestas de la ficción, la primera sale al paso en manifiestos y en actos literarios, parece la teoría de los practicantes, y consiste en afirmar que la ficción es mentira. La poesía es fingimiento, no aspira a la verdad, así que los poetas se quedan fuera de la República platónica y tan a gusto. Engaña el artista, miente el narrador, fabula con sus artefactos el cuentista, todos construyen objetos diseñados para  el entretenimiento, y hay un pacto tácito con el receptor de la engañifa, porque el único fin de este teatro es la experiencia estética.
   La otra opción es más sesuda y no menos moderna: el arte es conocimiento. Otro tipo de conocimiento diferente a la ciencia o la filosofía, pero expresa una verdad. El objetivo sería alcanzar un tipo de saber que de otro modo no llegaría hasta nosotros. En este remolino, los filósofos militan en el ejército artístico, los escritores componen novelas filosóficas, los poetas iluminan con sus versos profundidades desconocidas hasta por ellos mismos, y los filósofos interpretan sus brevísimos poemas imposibles.
   Tal vez quepa una opción intermedia: ni puro artificio ni profundo conocimiento, las ficciones y el arte son ensayos. Tienden a la realización perfecta de sí mismas, pero son corregidas, revisadas, superadas o rescatadas sin llegar a decir nunca la última palabra. Nunca surgen solas, siempre en equilibrio con otras, y tampoco quedan aisladas en la rueda del tiempo que todo lo mezcla y consume. Aunque no logran totalmente su fin, sí alcanzan a veces lo que puede ser logrado, aunque siempre sea menos de lo que podría hacerse. Los ensayos son literalmente intentos o tentativas, nunca resultan completos ni acabados. Partimos en mitad del camino, lo abandonaremos antes de llegar a ningún sitio; en el curso del tiempo hemos entrevisto tantas cosas..., queremos marcar un fin para el viaje, pero nos equivocamos y hay que empezar de nuevo: cada reinicio implica tomar por otra ruta; al final hemos olvidado el punto de partida  y hemos modificado tantas veces el impulso que ya sólo podemos dejar constancia de lo sucedido, como sugiere una y otra vez el filósofo de los naufragios. En El Ojo y el Espíritu (1960), Maurice Merleau-Ponty  suponía este moderado optimismo estético cuando analizaba la naturaleza de la pintura: si en ella no hay progreso es porque en cierto modo la primera de las pinturas ya llegó "hasta el fondo del porvenir", y las creaciones no son adquisiciones que poseemos de una vez por todas, tampoco es que simplemente "pasen", sino que más bien "tienen casi toda su vida por delante".

2 comentarios:

Verdes dijo...

Un poeta exalta los sentimientos, finge, pero no miente!!! Acaba siendo su verdad!!!

Verdes dijo...

Su verdad fingida!!!