El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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lunes, 18 de febrero de 2013

Virtudes éticas


   Todos queremos ser felices, pero la felicidad no es un estado, sino una actividad ("la actividad de un alma buena"), por eso no se puede decir "ahora sí", "ahora no", mientras no nos acerquemos al final de la vida:
No hay felicidad ni en un solo día, ni para los niños, ni para ningún periodo de la vida; por eso, es correcta la afirmación de Solón de que no se debe llamar feliz a un hombre mientras vive, sino sólo cuando ya ha alcanzado su fin, ya que nada incompleto es feliz, al no ser un todo.
Ética Eudemia, 1219b
   La actividad racional es la más propia del hombre, y seríamos necios o estúpidos si nos alejamos de ella, por eso no puede llamarse feliz a quien no piensa ni se plantea nada y especialmente quien no piensa acerca de la vida. Pero no basta con la razón, Aristóteles no acepta sin más el intelectualismo moral platónico-socrático. La vida buena que es la vida plena o excelente y por tanto la que nos pone en el buen camino o destino (eu-daímon) de una vida feliz requiere así mismo de un cierto carácter, porque no basta sólo saber y comprender, también hay que actuar, y en la acción necesitamos del concurso del entendimiento, la ciencia, la técnica, la sabiduría y especialmente la prudencia (virtudes dianoéticas o intelectuales) que nos indica, en el variado mar de las acciones humanas, qué hábito del carácter debemos aplicar en cada caso concreto, por tanto necesitamos también estar habituados a hacer las cosas de cierta manera. Aquí no cabe hacer ciencia teórica basada en la necesidad (lo que no puede ser de otra manera), sino que nos introducimos en el terreno práctico de lo contingente, lo que unas veces es de una manera y otras de otra. La Ética se enfrenta a muy diversas situaciones que no son sometibles a una regla fija. Aun así, se pueden dar unas indicaciones, sabiendo que tratamos de cosas individuales y que, en última instancia, "el criterio reside en la percepción" (Ética Nicomáquea, 1109b).
   Las virtudes éticas son hábitos por los cuales nos acostumbramos a elegir en cierto sentido, son términos medios relativos tanto a la situación como a nosotros, y se sitúan entre dos extremos perniciosos, uno por exceso y otro por defecto. Ese término medio no puede prescribirse de un modo exacto, dependerá de las circunstancias y de cómo somos o venimos siendo y de cómo queremos ser. Si aunamos en una tabla la clasificación de las virtudes éticas de los libros III y IV de Ética Nicomáquea y la incluida en Ética Eudemia (1221a), tendríamos un "Cuadro de las Virtudes Éticas" aristotélicas como el que sigue en PDF.

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